La Catedral Vieja

La Catedral Vieja

Catedral de Salamanca


ÍNDICE




Dedicada a Santa María de la Sede, fue construida a lo largo de los siglos XII y XIII. Se presenta como un templo con planta basilical de tres naves y crucero desarrollado en planta y altura, conformando una cruz latina.  De factura románica en su conjunto, el edificio se remata con bóvedas de transición al gótico. Entre los maestros que dirigieron la obra, los documentos conservados en el Archivo Catedral mencionan los siguientes: Florín de Pituenga, Casandro Romano, Alvar García, Pedro de la Obra, Juan el Pedrero, Sancho Pedro, Juan Franco o Petrus Petri.

La portada principal

Aunque ha perdido parte de su originario valor artístico tras una gran reforma sufrida en el siglo XVII por estar muy deteriorados sus elementos, en su interior conserva dos estatuas que jalonan el acceso, representando la escena de la Anunciación.

La Planta de la iglesia

Mide 52 metros de larga, 9,20 m. de ancha y 16,70 m. de alta; y las naves laterales 50 x 5,50 x 11,20 metros respectivamente. A ellas corresponden, en lógica proporción, los tres ábsides de la Capilla Mayor y capillas laterales.

 

La nave central

Muestra un instante de transición al gótico, al estar cubierta con arcos apuntados y bóvedas de crucería, recibidas sobre soportes preparados para sostener en un primer momento una bóveda de cañón apuntado con arcos fajones, lo que obligó a la final introducción de otros elementos, como los mensulones en los que descansan los nervios, para acomodar adecuadamente la nueva solución. Los capiteles y repisas se hallan decoradas con figuras de personajes bíblicos, animales, decoración vegetal y mascarones. Las estatuas-nervio ubicadas sobre los mensulones de la bóveda son ejemplos singulares que destacan en el interior de la iglesia vieja.

 


Nave del Evangelio

Se halla recortada en su anchura por la construcción del muro de la Catedral Nueva. En un arcosolio del muro se halla el altar de Santa María la Blanca, cuya imagen es tradición que fue traída a la Catedral Vieja al ser destruida la Iglesia de esta advocación en la riada de San Policarpo en 1626. Aquí está fijado el sepulcro de Diego de Vera y Paz. En el paramento, sobre este altar se hallan pintados y descritos los dieciocho milagros atribuidos al Cristo de las Batallas, cuya primitiva capilla se levantaba frente a ellos, en el muro de la nave de la epístola.

 

Nave de la Epístola

En el muro de la nave de la Epístola, aún se pueden rastrear los restos de la Capilla del Cristo de las Batallas, donde actualmente se encuentra sepultado el obispo Maurio Rubio Repullés, presidida por una gran imagen de Cristo Crucificado, notable por el material en el que ha sido realizada (pasta de maíz) y la concepción formal de su cuerpo, todo ello de autor desconocido. Junto a él se encuentra un arcosolio con enterramiento, presidido por San Cristóbal acompañado por las pinturas de Santa Teresa y Santo Domingo.

 

El cimborrio o Torre del Gallo

El cimborrio o Torre del Gallo pertenece al conocido grupo de cúpulas del Duero, con influencias del Poitou francés. Se apoya en un tambor con dieciséis columnas, aligerado por treinta y dos ventanas, al tiempo que dieciséis nervios enlazan en su clave central. Por el exterior no es posible intuir la media naranja interna al estar dotado el modelo por un sistema de doble cúpula: hemiesférica al interior y de tipo conoidal al exterior. Aparece cubierta toda de escamas y está coronada por la veleta del gallo, de la que toma nombre.

Capilla Mayor

En la Capilla Mayor se contempla el maravilloso retablo de los hermanos Delli, en el que se narran visualmente algunos de los principales episodios de la Historia de la Salvación, desde el nacimiento de la Virgen hasta su coronación, cubierto todo por el Juicio final. Se trata de un mueble incomparable en toda Europa por sus dimensiones y calidad que con fortuna ocupa el mismo lugar para el que fue concebido en origen.

El retablo está compuesto por cincuenta y tres tablas, distribuidas en once calles y cinco cuerpos o alturas, con un orden establecido de abajo a arriba y de izquierda a derecha; en el cuarto de esfera corona el conjunto el Juicio Final.

Los autores de la obra fueron los hermanos Delli -Daniel, Sansón y Nicolás- quienes desarrollaron su trabajo en la primera mitad del siglo XV. La imagen de la Virgen de la Vega, patrona de Salamanca, preside el retablo desde mediados del siglo XX. Con un núcleo de madera, está recubierta por bronce sobredorado, (excepto las cabezas de la Virgen y del Niño, que son de fundición y sus articulaciones y manos, de gruesa chapa de bronce moldeada), y presenta incrustaciones de esmaltes y piedras preciosas. Muestra una inconfundible influencia de la escuela de Limoges.

Dentro de este espacio sagrado existen sepulcros de personalidades ilustres, algunos de ellos en arcosolio. A los lados del retablo se encuentran las laudas sepulcrales de la infanta doña Mafalda, hija del rey Alfonso VIII y el de Juan Fernández, nieto de Alfonso IX de León. En el muro del lado del Evangelio, dos se hallan dos arcosolios superpuestos, que corresponden a los obispos Sancho de Castilla y Gonzalo Vivero, y al arcediano Diego Arias Maldonado y Arias Díez. En el muro de la epístola se halla el sepulcro del arcediano Fernando Alonso, hijo de Alfonso IX, y hermano del rey Fernando III, el Santo.

Los restantes sepulcros, de gran monumentalidad, corresponden a los siglos XIII y XIV. Son los siguientes: Pedro, obispo, en la Capilla del Santísimo; y los del arcediano de Ledesma Diego García López, Elena de Castro, del deán de Ávila Alfonso Vidal y del chantre Aparicio Guillén, en el crucero sur.



Capilla de San Martin

El  templo conserva un formidable conjunto de pintura mural gótica de primer orden en Europa. En la Capilla de San Martín, o del aceite, donde se hallan varios sepulcros de obispos, conservándose únicamente el epitafio del fundador de la capilla, el obispo Pedro Pérez y el magnífico sepulcro del obispo Rodrigo Díaz. En sus muros se encuentra un conjunto de escenas pintadas directamente sobre los paramentos que componen dos grupos bien diferenciados: un retablo fingido en torno a una imagen tridimensional de la Virgen Theotokos, datado en 1262 y un tapiz figurado de mediados del siglo XIV con el asunto del Juicio Final y una serie de particularidades iconográficas dignas de mención.

Pinturas Murales

En la parte exterior de la Capilla de San Martín aparecen las pinturas de este santo partiendo su capa con un pobre, junto a otras de épocas posteriores, complemento de un retablo desaparecido. Del resto del conjunto existente, que a buen seguro se extienden aún en gran parte de los muros que se hallan enfoscados, son visibles las que componen el conjunto pictórico del crucero, donde, de manera individual, sin programa iconográfico único, en forma de efecto tapiz, se encajan entre los sepulcros, apareciendo varias representaciones como Cristo en Majestad, el Tetramorfos, el Juicio final, la Virgen Protectora, las Esposas Místicas de Cristo, San Cristóbal, etc.



El conjunto de claustro, capillas y antiguas salas capitulares

El conjunto de claustro, capillas y antiguas salas capitulares fue sede de acontecimientos muy notables. En él nacieron los primeros estudios, germen de lo que más tarde será la famosa Universidad de Salamanca, una de las primeras de Europa con Bolonia, Paris y Oxford, y la decana de la Corona Española.

El claustro fue construido durante el último tercio del siglo XII, bajo el pontificado del obispo Vidal. Con posterioridad, el obispo Sancho de Castilla mejora su arquitectura con techumbres mudéjares, de las cuales quedan algunos restos lígneos. El terremoto de Lisboa de 1755 arruinó una parte importante de su fábrica, y motivó su reconstrucción de manos de Jerónimo García de Quiñones en 1785, quien amplió los volúmenes con un piso superior, ante la demanda señalada por el cabildo. A esta altura se sitúa el archivo, la biblioteca y la contaduría. El prelado Cámara, ya en el siglo XX, como gran impulsor de los obras de restauración del conjunto catedralicio, interviene definitivamente aquí financiando el redescubrimiento de los restos medievales del claustro, entre otros asuntos.

Sitas en este lugar se encuentra una serie de capillas que rodean el claustro por las crujías este y sur. La de San Salvador (también llamada de Talavera) es la más antigua de todo el claustro, no en vano fue la primera sala capitular. Cubierta por una cúpula octogonal con 16 columnas en las que apean los nervios que forman un dibujo estrellado con sus cruces, de clara influencia islámica (s. XIII). Presidiendo la capilla se encuentra un retablo, pieza del siglo XVI de gran valor en el que ha sido entronizada una imagen gótica de la Virgen.

En este recinto, Rodrigo Arias Maldonado logró restaurar en ella la liturgia en rito hispano-mozárabe, instaurando una capilla a imagen y semejanza de lo obrado por Cisneros en Toledo. En el centro se sitúa la sepultura que contiene los restos del fundador, junto con los de su esposa y familia. Su nieto Francisco Maldonado, comunero de Castilla, descansa en este lugar. El pendón que aquí se conserva es de este último.

La Capilla de Santa Bárbara

Fue fundada por el obispo Juan Lucero a mediados del siglo XIV, quien se encuentra enterrado en su propio sepulcro situado en la parte central. El retablo, del siglo XVI, está dedicado a la vida y martirio de la santa, y es de influencia italiana. Destaca la decoración de la mesa del altar con azulejo talaverano.

Aquí se celebraron los grados de la Universidad de Salamanca hasta 1843. También consta documentalmente que se celebraron tomas de posesión y juramentos de rector hasta el siglo XIX. En relación con esto, debemos de señalar que la Escuela Catedralicia fue germen para la creación de la famosa Universidad salmantina. Mucha es la relación entre ambas instituciones a lo largo de la historia: multitud de prebendados catedralicios tuvieron importantes responsabilidades en la academia, varias casas capitulares e incluso capillas de la misma catedral sirvieron para impartir las lecciones, el cabildo sustentó a la Universidad en tiempos recios, etc.



Salas Capitulares

A continuación aparecen las llamadas Salas Capitulares por su antigua dedicación, añadidas al claustro en el siglo XVI. Son tres espacios interesantes, modificados hasta el filo del siglo XIX. Como interés artístico de fábrica ofrecen una bella puerta manierista y varios artesonados mudéjares. En ellas se han reunido pinturas y esculturas de los siglos XIII al XX. La pinacoteca goza de piezas de autores tan significativos como Fernando y Francisco Gallego, Juan de Flandes, Pedro Bello, Luisa Roldán…

 

Capilla de Santa Catalina

La Capilla de Santa Catalina, o Capilla del Canto, fue fundada en el siglo XII por el obispo Vidal, y reformada y ampliada con dos tramos más en el XV, cubierta por bóveda de crucería a fin de instalar en ella la biblioteca capitular. Es la capilla más espaciosa de todo el claustro. En ella la institución catedralicia ha desarrollado múltiples actividades: celebración de sínodos medievales compostelanos, actos académicos de la Universidad, biblioteca capitular, oposiciones a canonjías, teatro sacro y por supuesto infinidad de actividades de la Capilla Musical. Dentro de este espacio se pueden observar piezas artísticas notables, elementos utilizados en la construcción del templo y, de modo especial, el sepulcro del maestro Doyagüe, el último maestro de capilla del Antiguo Régimen que alcanzó fama en la zona hispanoparlante, llegando sus obras a Hispanoamérica y Filipinas.

 

La Capilla de San Bartolomé

La Capilla de San Bartolomé, o de Anaya, última del claustro antiguo, es el recinto funerario del arzobispo Anaya, de quien dice la inscripción de la reja de su tumba: “Aquí yace el… señor don Diego de Anaya, arzobispo de Sevilla, fundador del insigne Colegio de San Bartolomé… ”. Es ésta de Anaya, joya de la Catedral Vieja por las obras que guarda. Entre otras destaca la obra del mausoleo del fundador en el centro de la capilla. Se trata de una cama con bulto funerario tenida por leones rodeada de relieves –Cristo, María y apóstoles-, bajo arquerías; encima, el yacente del arzobispo, un Calvario en la cabecera y un escudo de armas a los pies, todo en alabastro. Lo circunda una reja gótica del primer tercio del siglo XVI, con ciertos toques platerescos, de altísima calidad artística. En los muros de la capilla aparecen otros sepulcros que han tomado como referente al del arzobispo. Sobresale el que se encuentra en un arcosolio de los pies, bajo la tribuna del órgano, correspondiente a los señores Gutierre de Monroy. La majestuosidad de la capilla se ve completada por el órgano, uno de los más antiguos de Europa, y el retablo.


Enterramientos en el Claustro

Como elementos destacables en el claustro se encuentran: el epitafio de Randulfo (maestro inglés que con su hermano Ricardo residieron en la Catedral en el s. XII), los sepulcros del canónigo Pedro Xerique, del arcediano Diego Rodríguez, de Gutierre de Castro (con esculturas de Juan de Juni), varias pinturas góticas del XIV, capiteles historiados y vegetales supervivientes del primitivo claustro, una estatua gótica de Santa María de formato mayor del natural en piedra policromada, entre otros.

 

Las torres de la Catedral

Desde los inicios constructivos, se debió edificar un primer bastión defensivo en la torre sur. Ya a principios del XIII queda configurado el templo con un acentuado carácter de fortaleza almenada, que se acompañan con trabajos de levantamiento definitivo de sus dos torres, una al sur, la Mocha, que junto con la sala sobre la portada ofrecen defensa, y otra al costado norte como Torre de Campanas, con funciones también de vigilancia. La primera torre quedará compuesta por las distintas estancias interiores que hemos conservado transformadas y hoy se conocen como la sala de la Mazmorra y la Estancia del Carcelero, una escalera de tramos rectos y andén de la torre. Con el tiempo perderán su carácter defensivo y se convertirán en viviendas de los campaneros.

Torre de las Campanas

La Torre de las Campanas de planta cuadrada como su hermana, es compartida por ambas catedrales. formó parte de la fachada bitorreada de la Vieja, y después fue utilizada como elemento de la Nueva, recreciéndola y elevándola a nuevas alturas. En este sentido será Rodrigo Gil el que edifica un tercer cuerpo y la recubrirá de adornos. Debido a un incendio producido en 1705 por la caída de un rayo, se reforma y recrece la torre en 1710. En esta obra se duplica su altura inicial, añadiéndosele un cuerpo de campanas a mayor altura, el ochavo, la media naranja y la linterna. El terremoto de Lisboa de 1755 causará importantes deterioros en la misma torre, en el cimborrio y cuerpo de la Catedral Nueva y el claustro. Baltasar Devreton dará la solución para evitar la demolición de la torre de campanas: encinchamiento del fuste con grapas de hierro y forramiento con muros en talud hasta la altura del cuerpo de campanas.

 

El interior está conformado por la yuxtaposicion de los siguientes lugares: la Capilla de S. Martín, la Sala de la Bóveda, la Sala del Reloj, el Patio de Campanas, la cúpula, el cupulín y la veleta. Hoy sus espacios forman parte de la exposición Ieronimus, muestra conmemorativa de los 900 años de historia de la diócesis a través de un recorrido espectacular por las alturas del complejo de la Catedral.

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