UNA NUEVA OBRA PARA LA CATEDRAL DE SALAMANCA

 

Catedral de Salamanca

 
Los templos son un organismo vivo que atesora un rico patrimonio debido a la adquisición de distintas obras a lo largo de la Historia. Así se enriquece en este caso la Catedral, se custodian importantes piezas y se les da un sentido catequético para el momento en que fueron creadas. Las obras de arte son una clara propaganda, en este caso religiosa, que ayudan a entender, comprender y reflexionar sobre los misterios que encierra la Palabra. Un uso adecuado de estos instrumentos artísticos nos permitirá fácilmente llegar a lo que todo cristiano aspira: Su encuentro con Dios por medio de la oración.
Desde el comienzo de la construcción de la Catedral Nueva en 1513, hasta su consagración en 1733 el estilo que impera a petición del Cabildo es un Gótico tardío con elementos ya propios del Renacimiento. Se concluyen las obras con ideas del Barroco y el Neoclásico, pudiéndose encontrar determinadas secciones con estilos más locales como el Plateresco y el Churrigueresco. Incorporamos con esta obra del pintor Florencio Maíllo, los rasgos más propios del estilo actualmente Contemporáneo.

 

CONCEPTO DE LA OBRA

 

La obra creada por Florencio Maíllo para el trasaltar de la Catedral Nueva de Salamanca, titulada, El pensamiento ante el Misterio de la Creación, Redención y Resurrección, ha sido realizada con el procedimiento de la encáustica sobre aluminio, con inserción de elementos metálicos, con unas dimensiones de ocho metros de altura por cuatro de ancho, modulada en cuatro paneles. La elaboración de esta se ha desarrollado desde mediados de 2020 hasta su finalización en noviembre de 2022.

La construcción de la obra resulta de la conjunción de tres escenas sobre los Misterios que le dan su sentido transcendental, distribuidas equitativamente entre ambos lados de la parte baja y la tercera en el tercio superior.

El protagonismo de la escena superior corresponde a las dos personas de la Trinidad, el Padre Eterno y el Espíritu Santo integradas entre nubes, donde se pueden leer dos leyendas: en la parte derecha «ha muerto por cada uno de vosotros»; y en la izquierda, «ha resucitado para daros la vida». Todo ello conformado mediante un arco de medio punto que representa la bóveda celeste.

La escena inferior derecha representa al Crucificado formando calvario con las figuras de María y San Juan Evangelista. Todo ello integrado en un paisaje que deja ver en su horizonte a la Catedral de Salamanca iluminada. El dramatismo de la escena se adjetiva con la presencia, en primer plano, de una constelación de saetas cargadas de dolor, que a modo de cortina de lluvia descendente de gotas de sangre redimen a la Humanidad. El manto de la Virgen está planteado con el color de la sangre que la envuelve y tiñe, tal y como se expresa en el romancero popular: «El vestido de María / nunca se le vio manchado, / se lo manchó Jesucristo / con sangre de su costado.» 

La obra se completa con la representación de la Resurrección en la parte inferior izquierda, con el Resucitado, San Pedro, San Juan y Magdalena. La Resurrección de Cristo, en fase de Ascensión, va parcelada con la propia mandorla o almendra de luz que envuelve al Resucitado y por una celosía que la separa de la zona verdosa y central del cuadro, donde el Pensador de Auguste Rodin medita la Redención. Esta escena de la Resurrección se acompaña y enriquece por un ejército ascendente de cirios pascuales, que participa y celebra con Cristo de su gloriosa resurrección. Justo en el centro, encuentro de las dos escenas inferiores, puede leerse la leyenda en latín «SI CONSVRREXISTIS CVM CHRISTO QVAE SVRSVM SVNT QVAERITE QVAE SVRSVM SVNT SAPITE.»

El tratamiento cromático de la pintura se ha resuelto prestando una especial atención a su integración con el espacio de la catedral en la que irá instalada, en particular, dialogando con la luminosidad y colorido de las vidrieras que la iluminarán. 

Buenos días a todos.

Hoy nuestra catedral está de fiesta (señalar el cuadro). Es una fiesta de Acción de Gracias, una fiesta de agradecimiento.

Agradecimiento a todos Vds., Sr. Alcalde y autoridades por su presencia aquí. Muchas gracias a los periodistas por hacerse eco de esta presentación
del cuadro de D. Florencio Maíllo, por encima o por debajo del triunfo en Berlín de nuestra Selección Española de Fútbol.

Agradecimiento y honra fúnebre a nuestro querido compañero canónigo D Daniel Sánchez y Sánchez, que se atrevió a soñar con un diálogo abierto de nuestra catedral con el arte religioso contemporáneo y a ayudar a soñar a los artistas, aunque no pocas veces discutiera con ellos.

Agradecimiento a los hermanos y herederos de D. Daniel por ayudar a financiar su sueño y, así, hacerlo realidad.

Agradecimiento a D. Florencio Maíllo por tomarse con tanta pasión y tanta maestría la realización de esta gran obra. D. Florencio: gracias por sacar a pasear su alma creyente en este cuadro.

Gracias a D. Antonio Cea por apoyar al autor desde la amistad sincera.

Gracias a mis compañeros canónigos del Cabildo por tanta paciencia.
Gracias también a todo el personal de la catedral. Instalar este cuadro ha sido una tarea de verdadero equipo.

En esta catedral, a lo largo y ancho de los últimos diez siglos, la fe cristiana y el culto divino han generado arte, cultura, pensamiento … y también economía, en los últimos decenios mediante el fomento indirecto del turismo que afluye a nuestra ciudad y provincia. Pero es momento de que calle el Deán para que D. Antonio Cea, gran amigo de D. Florencio Maíllo, y el mismo D. Florencio, empiecen a ayudarnos a entender un poco mejor esta obra de arte religioso contemporáneo cuyo título es: “El pensamiento ante el Misterio de la Creación, Redención y Resurrección”.

Salamanca, 16 julio 2024, fiesta de Nsa. Sra. Del Carmen.

En el año 2020 el canónigo don Daniel Sánchez y Sánchez, como comitente particular, encargó a Florencio Maíllo una pintura de 8×4 metros para llenar con ella el desnudo trasaltar de esta catedral. ÉL tenía especial interés en que fuera un pintor serrano el que la realizara. Pero la idea y condiciones de esta composición no resultaban nada fáciles de ejecutar. El pintor realizaría tres escenas en un solo cuadro: Padre Eterno, Crucifixión y Resurrección. En la parte superior y centrado, el Padre Eterno iría de media figura. No llevaría atributos (cerco triangular en la cabeza, orbe ni cetro en las manos). No habría a su alrededor mandorla mística ni coros angélicos. Aún así, este personaje principal debía tener un tamaño considerablemente mayor al de los siete restantes de las otras dos escenas (Crucifixión y Resurrección). Esta desproporción obligaba a romper la ley de la perspectiva haciendo mayor lo más lejano y forzando a primar el canon de las imágenes según su categoría teológica, tal y como considera la iconografía bizantina. Eludía también el Espíritu Santo en figura de paloma, trinidad obligada por la doble presencia de Cristo en esta pintura, como crucificado y como resucitado. Rechazó, igualmente, la asistencia de ángeles recogiendo en sus cálices la sangre que manaba de la llaga del costado.

Con este tan forzado planteamiento, no iba a ser fácil lograr una narrativa armónica, creíble y atractiva de los personajes y relatos que se plantearon, contando con semejantes dimensiones y tan solo ocho figuras. Las frecuentes y apasionadas conversaciones, entre pintor y comitente, durante los dos años en que se llevó a cabo la obra, dieron los mejores frutos. Hemos de decir que, en este proyecto, no medió documento ni carta de obligación alguna. Como dicen los serranos no hubo ajuste ni “a seco ni a mantenío”. Sí, una absoluta seguridad y confianza en los resultados por parte de Daniel. Por parte de Florencio, una total entrega al proyecto y una generosidad creadora y profesional sin límites, de cuyo esfuerzo vemos, por fin, hoy su resultado.

Después del fallecimiento de don Daniel, con la pintura de este tríptico aún fresca, entendimos su empeño en magnificar, físicamente, la figura de Dios Padre, ante una muerte acaso presentida, haciendo suyos los versos de Unamuno: “Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar…”.

LOS TRES MISTERIOS

 
Creación
 

En esta escena central de la creación, la esplendorosa media figura del Padre Eterno, bajo la azulada bóveda celeste que ha logrado Maíllo, es de una calidad pictórica excepcional que desborda cualquier expectativa: majestad sosegada y bondad plena en un rostro que atrapa por una mirada especialmente vivaz; la fiel captación de la mirada es para Florencio necesaria exigencia del éxito en un retrato. No admiramos menos la expresividad de las manos. La izquierda, entre firme y airada, de justo juez (iustus iudex), como espada acusatoria señalando la muerte del Hijo, víctima redentora. La derecha, en cambio, acogedora recibiendo al Resucitado. No pudo elegir, con más acierto, mejor modelo.

Supliendo los nueve coros angélicos (que deberían estar entonando, sin término, el trisagio “Santo, Santo, Santo”) y como cordial licencia del pintor, van, imperceptibles, apenas dibujados, cinco entrañables bustos familiares – los más queridos- con sus nombres y parentesco, salvados del olvido: Miguel Ángel, Ambrosia, Cristina, Francisca y Francisco. Cinco tímidas ánimas, cobijadas al amoroso calor del Padre Eterno, mirando a quien los mira, casi como sibilas Junto a ellos, dos filacterias que dicen: “HA MUERTO POR CADA UNO DE NOSOTROS”. “HA RESUCITADO PARA DAROS LA VIDA”. Al final iba a tener razón Daniel al exigir, para la figura del Padre Celestial, un tamaño mayor.

Redención
 

El Crucificado que presenta aquí Maíllo, en posición de tres cuartos, es abiertamente descarnado a la manera de Matías Grünewald. La figura de María, aunque arrodillada, con el corazón en pie (stabat), como reza el evangelio; sin desfallecer y suplicante con las manos cruzadas en ademán oracional de intensidad suprema, diciéndole: -“¡Hijo de mi corazón, rey del cielo sagrado, teniendo tanto poder, cómo vienes de ese estado!-. El hijo le respondió, muy herido y fatigado: -Es preciso que yo muera por salvar a los cristianos-“.Sobre el manto de María corren arroyos de sangre, de la sangre del cordero como corredentora, según recoge el romance serrano que dice: “el vestido que llevaba nunca se le vio manchado, se lo manchó Jesucristo con sangre de su costado”.
Está presente en esta pintura la arraigada tradición popular, transmitida de generación en generación, de que: “En el monte Calvario, las golondrinas, le quitaron a Cristo las mil espinas”, pasando a ser consideradas intocables, hasta cierto punto sagradas. Personajes que atraen el bien sobre las casas donde anidan. Ya fra Angélico en la Anunciación o Embajada del Ángel de las Descalzas Reales (hoy en el Museo del Prado) presenta una solitaria y previsora golondrina, premonitora de la Crucifixión, posada en la barra de la cortina, casi sobre la frente de María. Lo mismo sucede con las lagartijas o salamanquesas, que bebieron la sangre redentora que se desperdiciaba por los regatos al pie de la cruz y junto a la calavera de Adán (se representan al menos dos en esta pintura). En la base de los cruceiros gallegos de Padrón y Villanueva de Arosa están presentes las salamanquesas.

A los pies de la Virgen brotan unas varas de azucenas, emblema de la Asunción y de la catedral salmantina y unas humildes aguileñas (la aquileia vulgaris), símbolo del sacrificio, muy presentes en el arte flamenco en obras tan representativas como el tríptico Portinari de Hugo van der Goes, , o el políptico del Cordero Místico de Gante, obra de los hermanos Hubert y Jan van Eyck, donde María, en el pasaje de la déesis (en este caso con san Juan Evangelista en lugar del Bautista) aparece leyendo un libro de horas y coronada con rosas, azucenas y aguileñas.

Las gotas de sangre derramadas por Cristo en su Pasión, (que algunas monjas místicas centroeuropeas, en época tardomedieval, se empeñaron en contabilizar), aparecen en grabados del siglo XVI y posteriores. formando una fina cortina de lluvia delante de la imagen del Crucificado. Estas gotas, minúsculas como gusanos de fuego, las convierte Florencio Maillo en 56 cuchillas argentadas o esquirlas, mariposas de sangre de las bombas de racimo, haciendo presente el particular calvario que se estaba viviendo en Ucrania, mientras se gestaba este cuadro. Cada saeta lleva una letra adherida como si hubieran saltado en añicos los textos del evangelio de Juan, uno de los Hijos del Trueno, que, arrodillado en ademán de contenida oración, casi como donante, es fiel testigo y cronista de lo que estaba aconteciendo.

He de subrayar la excepcional calidad y hermosura del Gólgota -cuadro dentro del cuadro-, que ofrece Florencio en segundo y tercer plano, tras el Crucificado y por encima de la cabeza de San Juan. Apolíneos perfiles -en contrapposto-, del buen y el mal ladrón, con la fortis salmantina, catedral de dos cabezas, como Jerusalén de oro, al fondo. Más arriba, el sol oscureciéndose.

La Resurrección
 

Esta escena representa el paso de la cruz a la luz (ad lucem per crucem). Presenta Maíllo el Resucitado como protagonista victorioso sobre la muerte entre un bosque de cirios encendidos que son los creyentes resucitados con él. Ante los cirios y el Resucitado, postrados, admirados y adoradores, Pedro con las llaves del cielo, Juan, sin evangelio, y Magdalena, que ha relegado el pomo de los perfumes -ya innecesario- sobre una piedra y junto a una mata de prímulas; recipiente que Florencio aprovechó para señalar en él su “me faciebat”: “Soy de Florencio Maíllo, de Mogarraz. 2020-2022”.

Haciendo cohorte a la figura de Cristo y para representar esta escena de la con-resurrección se incorporaron,14 cirios encendidos, metáfora de la redención de las almas tras la crucifixión, retomando el simbolismo del tenebrario. Este mueble litúrgico, (postergado o desaparecido con la incorporación de las nuevas rúbricas del Vaticano II) se compone de pie, vástago y frontón, con 15 velas que se iban apagando, de izquierda a derecha y de abajo arriba, en el denominado “oficio de tinieblas”, una después de cada lectura sagrada. Así hasta llegar a la vela 15 o cimera, conocida en los documentos serranos como “vela Pastora” o “vela “María”, símbolo de Cristo y única que se preservaba encendida detrás del altar, mientras, a oscuras y como remembranza de lo que aconteció a la muerte de Cristo en el Gólgota, se hacían sonar carracas y matracas, entonándose al final el Miserere.

El eje de este tríptico lo marca un vástago de metal, como espada hincada a sangre y fuego, que contiene un fragmento en latín de la epístola a los colosenses que dice: “SI CONSURREXISTIS CVM CHRISTO, QUAE SURSUM SUNT QUAERITE, QUAE SURSUM SUNT SAPITE” (“Si habéis resucitado con Cristo buscad las cosas de lo alto, saboread las cosas de arriba”.

El Pensamiento
 

Hay una cuarta y postrer escena, apenas desvelada, que el pintor reserva al pensamiento de estos misterios (Creación, Redención, Resurrección), personificado en el Pensieroso de Rodin sobre la cima de un montículo. Florencio Maíllo, como si estuviera utilizando aquí las teorías sobre la perspectiva de León Baptista Alberti, ha querido reservar este discreto espacio para el género humano, cumbre de la creación, luego caído, ahora redimido y punto central óptico que viene a ser el ombligo físico (y moral) de este cuadro, “¡magnum opus!”. Se trata de un verdadero hortus conclussus y paraíso serrano, escondido tras ese acostumbrado muro de ferralla, que tanto gusta a Florencio. Por debajo escapa el claro manantial de la gracia para fundirse con los regatos de sangre que corren bajo la cruz. Metáfora del costado de Cristo, del que salió sangre y agua por la lanzada del Centurión.

Presentación en la Catedral de Salamanca, el 16 de julio de 2024, de la obra “El pensamiento ante el Misterio de la Creación, Redención y Resurrección”.
(Florencio Maíllo)

Queridos amigos, muchísimas gracias por vuestra compañía en este día tan espacial.

En primer lugar, deseo transmitir mi más sincero agradecimiento a los Canónigos de la Catedral de Salamanca: al Deán, Antonio Matilla, y a sus compañeros Casimiro, José Luis, Jorge y Juan José, así como a los eméritos Jesús y Florentino.
Ustedes han hecho realidad el deseo de su compañero Daniel Sánchez, fallecido el 16 de noviembre de 2022, ver instalada la obra en la Catedral. Muchísimas gracias.
Mi agradecimiento también se extiende a: Raúl Vicente, Raúl Benito, Eva Cañas, María Criado y Oscar García quienes han manifestado su cercanía en todo momento durante este largo proceso. Gracias a todos.

Agradezco la presencia de las autoridades institucionales encabezados por nuestro alcalde:
Carlos García Carballo; al vicepresidente y responsable de Cultura y Relaciones Institucionales de la Diputación: David Mingo; y al jefe del servicio de Patrimonio de la Junta de Castilla y León: Adolfo Domínguez.

Un agradecimiento muy especial va dirigido a los modelos que participaron en esta obra. Desde el primer instante me ofrecieron todas las facilidades para concretar las poses.
Isabel Rodríguez como María Magdalena. Y aprovecho para realizar el agradecimiento a Carmen, la modista del vestido de María Magdalena.
José Tabernero doble modelo de San Juan.
María Guerras que posó con una inmensa paciencia para la representación de la Virgen María.
Jesús Martín Asensio (Jes Martín), actor y productor escénico. Creo que es esta tu más compleja representación, la de Jesucristo, a través de la cual has demostrado la versatilidad y maestría que posees como actor. Muchísimas gracias.

Jaime Royo Villanova. El modelo del Padre Eterno.

Permitirme amigos que, dado lo especial de este momento para mí, me refiera al período en el que comencé a pintar. Que conecta con la representación del Padre Eterno.

SUCEDIÓ EN EL VERANO DE 1977.
 

El agustino Teófilo Galende Fincias (Tábara, Zamora 1930 – Salamanca 2003), pintor y restaurador de la orden con estudio en la Torre de la Botica de El Escorial, recaló en Mogarraz para pintar y la casualidad hizo que se quedase a vivir todo el mes de julio de 1977 en la pensión de mi madre. Yo tenía 15 años.
Teófilo me invitó a pintar junto a él y me enseñó las técnicas del óleo y la encáustica, y la preparación de soportes. Fue un auténtico maestro, generoso, motivador, que cada día me mostraba su inmensa alegría por los cuadros que pintaba junto a él. Aquello fue inolvidable.
Mi agradecimiento a Pedro Blanco, superior del Colegio de San Agustín, que nos acompaña en la presentación.

EL VERANO SIGUIENTE, EL DE 1978.
 

Nuevamente, la casualidad iluminó mi camino. Jaime Royo-Villanova Payá, nombrado Gobernador Civil de Salamanca en 1978. En septiembre fue invitado, por su alcalde, a las fiestas de Miranda del Castañar, y allí, en la Alhóndiga, en su planta superior se fijó en unos cuadros que, según le explicaron, había pintado un señor de Mogarraz y sintió la curiosidad de conocerlo.
Su sorpresa al llegar a Mogarraz fue encontrar a “Flores” un adolescente.
Querido Jaime, aquel niño, hoy Florencio Maíllo, jamás te olvidará por todo lo que sucedió después.

Mi posición respecto a la resolución de la obra se resume en tres conceptos: COMPROMISO, RESPONSABILIDAD Y FIDELIDAD.

COMPROMISO
 

Con el encargo de Daniel Sánchez y a sus HERMANOS: Gaudi, María Gabina, Sabina, Teresa y Santiago, (y su sobrina Elena).
A los hermanos de Daniel siento la necesidad de deciros que: Sois para mí una extensión de Daniel, todos los hermanos conformáis la misma persona. El trato que he recibido de todos vosotros ha sido el mismo que me transmitió Daniel.
Os doy las gracias al igual que a Daniel por confiar en mí para realizar esta obra que era uno de sus grandes sueños.
Él la vio finalizada y sentí la gran satisfacción que le causó.

EL ENCARGO SUCEDIÓ EN VERANO, EL DE 2020.
 

Daniel me localizó, justo tras el confinamiento (julio de 2020), me acerqué a su casa y me expuso su propuesta.
Escuchándole entendí de inmediato la gran RESPONSABILIDAD que suponía el encargo.
Lo primero que me dijo fue: En septiembre pasado he visto un cuadro tuyo en una exposición en el Casino, una “vista aérea de la Catedral”, que me ha impresionado, y ese ha sido el motivo por el que te he llamado. Creo que tú puedes pintar el cuadro que te voy a proponer.
Y seguidamente nos acercamos aquí para mostrarme el espacio para la obra. En aquel instante me habló de una obra de 6×3 metros, y le indiqué la posibilidad de trabajar en 8×4 metros, tras lo que se entusiasmó.
En esa primera conversación me entregó un folio dividido por una (Y) con los tres temas que debía contener la obra: en la parte superior EL PADRE ETERNO; a la derecha LA CRUCIFIXIÓN, y a la izquierda LA RESURRECCIÓN.
Durante los dos años de elaboración de la obra fue en varias ocasiones al taller, solo o con diversas compañías.
Hace dos años, por estas fechas, en el verano de 2022, Daniel acudió a mi taller en compañía de Juan Luis Feltrero. La obra ya estaba finalizada y le preocupaba la instalación en la catedral. De inmediato Juan Luis le relajó, esto está hecho.
Me gustaría hacerle un reconocimiento muy especial por la profesionalidad de los dos equipos de Feltrero División Arte que han realizado el montaje de la obra, cargado de dificultad.
Montaje magistralmente documentado por mi amigo y compañero del Centro de Estudios Salmantinos Vicente Sierra Puparelli.
En los 26 años de mi relación contigo, Juan Luis, mis instalaciones siempre te han puesto a prueba. No te relajes, imagino que la próxima pueda ser más compleja aún.

LA PRIMERA PERSONA QUE CONOCIÓ EL ENCARGO FUE ANTONIO CEA.
 

Creo que cada uno de nosotros podríamos hablar de nuestros particulares “Ángeles de la Guarda”. La obra está dedicada a Antonio Cea y José Manuel Castaño, no podría ser de otra forma.
Antonio Cea es uno de mis “Ángeles de la Guarda”. Sin él yo no hubiese podido realizar esta pintura tan compleja, os lo aseguro. El relato iconográfico que acaba de exponer es
determinante.
Conocí a Antonio Cea tras presentármelo mi gran amigo Fernando Rodríguez de la Flor, y desde aquel ya lejano instante, siempre ha estado a mi lado compartiendo infinidad de proyectos,
enriqueciéndolos y disfrutándolos como nadie.
Este maravilloso viaje, vivido intensamente, de la gestación de la obra que hoy presentamos es el mejor ejemplo de amistad que yo haya sentido jamás. Tu generosidad, Antonio, es
indescriptible. Muchísimas gracias por ser como eres y estar siempre ahí.

RESPONSABILIDAD.
 

La RESPONSABILIDAD aparece, por el reto que supone el dialogar con un edificio y un espacio, como este, de raíces tan profundas. Dimensión a la que jamás me había enfrentado.
Considero que las Catedrales son edificios vivos que se construyen durante siglos, y que su configuración definitiva es la que nos da el tiempo, cada tiempo. La Catedral de Salamanca es un claro ejemplo de obra incompleta y abierta.
La propuesta me ha obligado, por RESPONSABILIDAD Y COMPROMISO con el encargo, a viajar al pasado para encontrar respuestas en el presente.
En este sentido, Los creadores del pasado me han servido de guías que iluminan un complejo camino de introspección.

FIDELIDAD.
 

Mi forma de hacer se caracteriza por la integración de TRADICIÓN Y CONTEMPORANEIDAD.
El lenguaje plástico hibridado es el que aflora en mí de un modo natural. Lo siento como propio, dada mi formación en la tradición y la necesidad que tengo de establecer un dialogo con mi tiempo.
Pero en la construcción de esta obra, a lo largo de dos años, hubo un momento de inseguridad, de debilidad, en la que la pintura no se desprendía de su carácter decorativo, en la que
primaba en esencia su valor académico y estético.
Y en ese preciso momento apareció un “Ángel de la Guarda Plástico”, que con gran convicción me dijo: Florencio, SÉ TÚ.
Y la pintura encontró su verdadero sentido como arte sacro devocional para conmover y estremecer, al conectar con la emoción y sentimiento puramente contemporáneo.
Creo, que somos afortunados en nuestra DIÓCESIS de contar con personas del gran conocimiento y sensibilidad artística como sucede con Tomás Gil.
Tomás, nuevamente, gracias, que hago extensivas a Juan Andrés.

La crisis sucedió, justo entre diciembre y febrero, el periodo previo al estallido de la Guerra de Ucrania, el 24 de febrero de 2022. Acontecimiento determinante que precipitó la configuración emotiva y expresiva final de la obra.
En este contexto, el hombre en posición de pensar o contemplar una serie de sucesos, da sentido a la magnitud de la meditación. Y el Pensador de Rodin cobró el sentido original por el cual fue epicentro de la obra, desde el primer instante.

 

PARA FINALIZAR ME GUSTARÍA:

Hacer propias unas emocionantes palabras que dirigió Le Corbusier al obispo monseñor Dubourg, al entregarle la iglesia de Ronchamp para que la bendijese y consagrase.
Dicen así:
“Excelencia, mientras estaba construyendo esta capilla, deseaba yo crear un recinto de silencio, de oración, de paz y de íntima alegría… Le entrego a Vd. esta capilla hecha de cemento armado que quizás ha sido realizada con loca audacia, en todo caso con atrevimiento, en la esperanza de que Vd. y también quienes peregrinen a esta colina ojalá logren encontrar respuesta a todo aquello que nosotros en ella hemos querido expresar”.

 

Muchísimas gracias.

CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA 

 
Autor Florencio Maíllo
Título El pensamiento ante el Misterio de la Creación, Redención y Resurrección.
Fecha 2020-2022
Técnica Realizado con la técnica de la encáustica sobre aluminio.
Medidas 4 x 8 m.
 
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