La Música de la Catedral
Catedral de Salamanca
Alrededor de la Catedral han girado siempre los principales acontecimientos de la vida salmantina. Además de su función pastoral y de culto diario, esta institución participaba activamente en las principales fiestas de la ciudad, y organizaba rogativas para implorar favores divinos y otras funciones de carácter público y privado.
La música era el elemento que servía de cohesión a todas las funciones litúrgicas. Se cantaba especialmente en las misas solemnes, honras fúnebres de personalidades destacadas y procesiones, y se entonaban siempre una salve y un Te Deum cuando se habían concedido importantes favores solicitados en las oraciones. Por ello, la capilla de música catedralicia era un elemento fundamental en la vida de la ciudad, y el cabildo se esmeraba en contratar siempre los mejores músicos a su alcance.
El Maestro de Capilla era el encargado de componer y dirigir la música, y estaba al frente de uno o varios organistas, varios capellanes músicos, sochantres, salmistas, músicos de voz e instrumentos y mozos de coro. Todos ellos accedían al puesto por oposición o nombramiento directo del Cabildo. Los sochantres se encargaban de dirigir el canto llano y eran ayudados en su labor por los salmistas; los músicos de voz e instrumentos intervenían en la interpretación de la polifonía y de la llamada “música a papeles”, en que cada intérprete recibía “el papel” con la parte que le correspondía. Había mozos de coro de ropa encargada y negra, que estudiaban gramática y música y también ayudaban en la capilla musical.
A partir del s. XVII, el maestro de capilla estaba obligado a componer los villancicos para el Corpus Christi y Navidad, que eran las solemnidades más destacadas del año, recibiendo para este efecto un mes de permiso. También enseñaba música a los mozos de coro, y sus informes eran siempre tenidos en cuenta a la hora de contratar nuevos músicos. Aunque no existía vinculación oficial entre la cátedra de música de la Universidad y el magisterio de capilla catedralicio, son muchos los casos en que ambos puestos concurrieron en la misma persona, hecho que atrajo a importantes maestros que terminaron aquí su vida activa.
La Capilla acudía también a “fiestas de fuera”, como celebraciones de otras comunidades religiosas o de la Universidad. Dentro de éstas había fiestas “de tabla”, que eran de asistencia obligatoria, y otras en las que la capilla decidía su asistencia democráticamente. Para estas fiestas -según el Estatuto de 1732-, el maestro tenía que entregar “los papeles” a los músicos con tiempo suficiente, y el pago que recibía dependía de si la obra era antigua o de “nueva composición”.
Del brillante pasado musical de la Catedral salmantina, son testigos los 3 órganos de la Catedral Vieja -el gótico del siglo XV situado en la Capilla de Anaya y dos realejos del siglo XVI: el llamado “órgano de Salinas” y el “de la Capilla Dorada” situados respectivamente a la izquierda y derecha de la nave central-, y los 2 de la Catedral Nueva enfrentados en el coro: a la derecha el renacentista, construido en el siglo XVI probablemente por Damián Luis, y a la izquierda el barroco, construido por Pedro Echevarría a mediados del siglo XVIII y regalado a la catedral por el entonces obispo José Sancho Granado.
El Archivo Catedralicio guarda uno de los más extraordinarios conjuntos de instrumentos aerófonos renacentistas –orlos, chirimías y bombardas-, un oboe y un bajón barrocos y 2 trompas del siglo XIX. Posteriormente, se han encontrado otros 3 instrumentos, muy deteriorados, y que están aún por estudiar, restaurar y catalogar. Se trata de un arpa, una trompa marina y una chirimía bajo. La intensa actividad musical que aquí se desarrolló nos ha legado también 76 cantorales de gregoriano, 13 libros de polifonía y más de 3000 partituras de los siglos XVII, XVIII y XIX.