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Eucaristía del envío. Comienzo del curso 2022-23

El obispo recuerda en la eucaristía de inicio de curso que estamos llamados, “a vivir nuestra fe y nuestra vocación de evangelizadores”
Mons. José Luis Retana insistió en su homilía en que hay que cuidar el encuentro personal y orante con Jesucristo, “con la palabra de Dios y con la celebración del domingo”

SERVICIO DIOCESANO DE COMUNICACIÓN

La Semana de Pastoral se clausuró con una eucaristía de envío celebrada en la Catedral Nueva el sábado a mediodía, presidida por el obispo, Mons. José Luis Retana, y concelebrada por un gran número de sacerdotes diocesanos. En la monición de entrada, se recordó que los días vividos de ponencias, mesas redondas y talleres han sido un tiempo, “para calentar el corazón y para impulsarnos a vivir con fuerza apostólica este curso pastoral que el Señor nos regala”.

Y el envío que se simbolizaba en esta misa, querían que fuese, “la razón de nuestra fe en medio de nuestra vida, poniéndonos en el lugar del otro desde la empatía y la misericordia, sin excluir a nadie”. Además, recordaron que por encima de todo está el hecho de anunciar a Jesucristo, “con la dulce y confortadora alegría de evangelizar”, como rezaba el lema de la XIV Semana de Pastoral.

En esta ocasión, la eucaristía tenía el simbolismo de los peces, con una red ubicada junto al altar, con peces alrededor y en la vía sacra. Gran parte de los fieles llegaron a la Catedral en procesión desde la Casa de la Iglesia, junto al obispo y el vicario de Pastoral, Mons. José Luis Retana y Policarpo Díaz, con peces en sus manos, que colocaron en el templo. Este gesto fue coordinado por el grupo Templvm y Parresía Apostólica.

“La humildad crea comunión”
En su homilía, el prelado reconocía que después de la Semana de Pastoral que había vivido, solo tenía palabras de agradecimiento, “por la densidad, la belleza y la sabiduría de las cosas que hemos dicho y realizado esta semana”. Y para el inicio de curso, Mons. José Luis Retana consideraba que era necesario iniciarlo con “humildad”, “porque la humildad crea comunión, y la soberbia, dispersión”.

Con sus palabras dio por iniciado el curso 2022-2023, y agradeció la entrega al servicio de los hermanos, “sé que cuento con vosotros, y el obispo necesita a la Iglesia local para hacer llegar a otros hermanos el mensaje del amor de Dios y los valores del Evangelio”.

Mons. José Luis Retana reconoció que se inicia un nuevo curso con un panorama sombrío y esperanzador, “con profundo dolor seguimos de cerca la situación de represión de derechos humanos y la persecución religiosa que está sufriendo el pueblo de Nicaragua, que se ha sumado a las numerosas guerras, especialmente a la invasión de Ucrania por las fuerzas rusas, que ha provocado las imágenes que hemos visto todos”.

Quiso recordar el 75 aniversario de Cáritas Española, “a la que agradezco públicamente la labor que está realizando en nuestra Diócesis de Salamanca, junto a tantas otras instituciones católicas y no católicas que combaten la pobreza reinante”. Porque el prelado aseguraba que en estos tiempos, “exigen de nosotros una mayor solidaridad y cohesión social y política, que nos aleje de fanatismos y de polarizaciones ideológicas”. Según su punto de vista, “la iglesia desea promover el respeto a la libertad”. Y sobre todo, advierte de la necesidad del respeto a la vida, “amenazada en numerosas leyes avaladas y alentadas por el Estado”.

Ser testigo de la verdad
El obispo reconoció que la Iglesia, a pesar de sus pecados, “y muy graves”, “solo desea continuar bajo la gracia del espíritu la obra misma de Jesucristo, quien vino al mundo para ser testigo de la verdad, y que la Iglesia desea ofrecer su colaboración leal y sincera a la edificación de un mundo mejor”.

Aunque es consciente de que algunos, “prefieran excluirnos del diálogo, y la dificultad creciente para encontrar certezas comunes sobre las que asentar la vida civil en temas cruciales”. Mons. Retana lamentó que la vida, “esté al margen de Dios, y se busca por diversos medios restar su influencia en la vida social, empujándonos a vivir nuestra fe dentro de la sacristía, intentando por todo los medios desterrarlo de la vida pública“.

Y reiteró que estamos llamados, “a vivir nuestra fe y nuestra vocación de evangelizadores”. Asimismo, evocó que todo cristiano, en virtud de su bautismo, “es corresponsable en la misión evangelizadora de Jesucristo, la que él ha confiado a su Iglesia”. El prelado invitó a la comunidad diocesana, “a que salgáis para comunicar y compartir la buena noticia, nosotros no somos profetas de calamidades, sino mensajeros de paz, y estamos llamados a compartir nuestra experiencia comunitaria, lo que hemos visto y oído, lo que palparon nuestras manos, para que nuestra alegría sea completa”.

Por otra parte, subraya que nuestro pueblo de Salamanca, “necesita testigos del Señor, y el testigo del Señor se consolida en la interioridad, en el encuentro con Jesucristo, en la oración…”. Mons. José Luis Retana les pidió que cuidaran de forma especial el encuentro vivo, “el encuentro personal y orante con Jesucristo, con la palabra de Dios y la celebración de la eucaristía, de modo especial, el encuentro comunitario y festivo de la celebración del domingo”.

Varias convicciones
El gesto de envío, antes de concluir la eucaristía, tuvo como simbolismo los peces, llevados al altar por personas que representan a diferentes colectivos de la diócesis. En ese momento recordaron varias convicciones. La primera, “que cualquier persona puede encontrarse con el Señor allí donde esté y como esté”. La segunda, la personalización y la cercanía, “para que la fe arraigue en el corazón, sabiéndonos humildes instrumentos de Dios”, indicaban desde Parresía Apostólica. A estas se suman el hecho de que solo seremos verdaderos aprendices de apóstoles, “si nos abrimos a ponernos en el lugar del otro, desde la empatía y la misericordia”.

Con un total de más de 1.000 peces de escayola entre la Casa de la Iglesia y la Catedral, también se resaltó la importancia de las redes. “La Diócesis de Salamanca vuelve a echar las redes, vuelve a creer, vuelve a fiarse y a confiar en el Señor, para llegar a todas las personas que viven con nosotros”, insistían.